La música típica amazónica en la industria fonográfica.

Notas incluidas en el disco Alrededor de la Húmisha: La música de los conjuntos típicos amazónicos de Perú

Por LUIS ALVARADO

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La música típica amazónica en la industria fonográfica

En 1983 el sello discográfico limeño El Virrey publicó Fiesta en la selva, la primera recopilación que presentaba a diversas agrupaciones que interpretaban géneros típicos amazónicos o también llamados vernaculares, como la pandilla, el chimayche, el changanacuy, la cajada o el sitaracuy. El Long Play reunía a Conjunto corazón de la selva, Los pihuichos de la selva, Los solteritos y Flor del oriente y su conjunto, los mismos que a mediados de los 60s y principios de los 70s, y a través de El Virrey, habían llevado al mundo de la industria fonográfica dichos géneros musicales. Para 1983, sin embargo, una nueva ola de conjuntos se había dado a conocer, como Los Hijos de Lamas, Los Ribereños del Huallaga o Jibarito y Los mensajeros de la selva.

La compilación Fiesta en la selva aparecía luego de otra llamada Fiesta regional selvática (Infopesa, 1981), que reunía a diversos grupos de cumbia amazónica, tocando su clásico repertorio, pero también presentando versiones electrificadas de pandillas amazónicas. Y también de otra llamada Parranda tahuampera de Los Jibaros (Sonoradio, 1982), que presentaba una selección de pandillas con guitarra eléctrica en el contexto de un álbum esencialmente de cumbia amazónica, entre otros. Para ese año las orquestas tropicales, tanto de cumbia como de chicha, ocupaban un lugar prominente en el mercado musical y la cumbia amazónica alcanzaba picos de popularidad, convirtiéndose en el género representativo de la vida urbana en la selva. En el repertorio de agrupaciones como Grupo 2000, Los Mirlos, Sonido 2000 o Fresa Juvenil aparecía de cuando en cuando, una pandilla interpretada con guitarra eléctrica, rasgo que denotaba el contexto del que venían. Y es que, la fiesta aludía al carácter festivo del pueblo amazónico, y en particular a las celebraciones masivas de la Fiesta de San Juan, que se acompañan con música y danzas típicas selváticas, como la pandilla.

De allí que la aparición del recopilatorio Fiesta en la selva, de El Virrey, servía para recordar esas tradiciones musicales amazónicas y mostrar por primera vez un panorama de dichos géneros típicos en un registro fonográfico.

Pero “Fiesta en la selva” era también el nombre de un programa de radio lanzado en julio de 1975 por Emilio Rodríguez Pisco, locutor y gran promotor de la cultura amazónica nacido en Tabalosa, San Martín, que se había instalado en Lima desde 1966. “Fiesta en la selva” se emitía por Radio Victoria, y estaba dedicado a la promoción de música amazónica en diversas vertientes. Por su cabina pasaban diversos conjuntos para hacer presentaciones en directo. El programa también producía una serie de eventos que reunía a conjuntos típicos y tropicales, para celebrar las principales fiestas regionales de la selva. Rodríguez Pisco lanzaría también su propio conjunto típico, con el mismo nombre de su programa, y tendría una actividad ininterrumpida por cerca de cuarenta años. Por su parte, Marco Torres Sibina, otro gran promotor loretano radicado en Lima, lanzó a mediados de los 70s, un programa de radio llamado “Reportaje a la selva”, a través de Radio del Pacífico y también producía grandes eventos para la comunidad amazónica en Lima. “Amanecer loretano” sería otro importante programa de radio, conducido por Valentín Velásquez a través de Radio Agricultura.

La aparición de estos programas de radio, relacionados a la producción de eventos, era signo de la formación de un espacio para la actividad y difusión de la música amazónica dirigido a una gran comunidad migrante instalada en Lima. Y eso permitió también generar un mercado para las producciones discográficas de música típica amazónica, articulado entre Lima y la selva.

LAS FUENTES MUSICALES

A partir de la década del 50 los artistas de música folclórica hicieron su ingreso al mundo del disco. Como consecuencia de un intenso flujo migratorio a la capital, empezó a gestarse en Lima un mercado de música grabada con diversas expresiones musicales vernaculares, que rápidamente encabezaron la lista de los más vendidos, por amplia diferencia, respecto a otros géneros musicales. Si bien fue la música andina la que lideró indiscutiblemente ese nuevo mercado, hubo también espacio para lanzamientos discográficos de música típica amazónica.

Al referirnos a esta música típica amazónica hacemos alusión a las interpretaciones de géneros musicales indígenas que realizan conjuntos mestizos, principalmente provenientes de la región San Martín, de ahí que se hable mucho de la pandilla lamista o la pandilla moyobambina, prácticas musicales que desde dicha zona se han extendido a diversas partes de la selva. Ocurre lo mismo con expresiones musicales surgidas de Cajamarca que se han extendido en la selva debido al comercio. La música amazónica indígena ha recibido una fuerte influencia de la música andina, géneros como el chimayche, por ejemplo, son una versión amazónica del huayno. Como bien escribió Francisco Izquierdo Ríos en su libro Pueblo y Bosque (1975): “antes y en el apogeo del caucho, las humanas migraciones andinas llevaban a ella [la selva] sus músicas, cantos y bailes; corriente que va en aumento, ahora con la apertura de carreteras y vías aéreas. Es decir, se está efectuando ya una poderosa relación mutua entre la costa, la sierra y la selva, las grandes regiones geográficas del país.”

Los conjuntos mestizos tomando como base esa música de raíz indígena, sumada a influencias de la sierra (huaynos), costa (valses), como también de países limítrofes como Brasil (samba, tanguiño), Colombia (cumbia) y Ecuador (sanjuanitos) es que empezaron a definir una vertiente particular de música popular amazónica.

Podemos decir que en el universo de la música amazónica existe aquella que practican los indígenas con fines rituales. Y existe también un universo de música amazónica que está más bien ligada a las danzas tradicionales con las que se celebran las fiestas patronales como la Fiesta de San Juan, los Carnavales, que culminan alrededor de una húmisha, elemento representativo de estas celebraciones, donde una comparsa rodea un árbol para cortarlo al ritmo de pandilla y sitaracuy, dos de los géneros musicales típicos más representativos de la región amazónica. Pero también encontramos géneros como el movido, la cajada, el chimayche, el changanacuy, el bombo baile, todos asociados a las festividades. Es música interpretada por un ensamble tradicional casi siempre de una base instrumental de quena o pífano, bombo y redoblante, a veces se suma un clarinete, violín y guitarra, pero también maracas, shapacas e incluso instrumentos que vienen de la música tropical como tumbas o timbales. Aunque cada baile tiene sus propias variaciones rítmicas, tienen en común que el bombo marca un ritmo constante, sobre el cual la quena o el pífano desarrolla una línea melódica muy aguda y reiterativa que parece imitar el canto de un pájaro. A veces hay una voz que canta, a veces las voces aparecen lúdicamente como sonidos que identifican el habla popular amazónica o que emulan animales de la selva (esto en especial está muy presente en las grabaciones). Es música fuertemente ligada a sentimientos de identidad local y narra vivencias relacionadas a las formas de trabajo, la migración, historias de amor y leyendas populares, los paisajes amazónicos y la comida típica. Son estos géneros la base para la música amazónica mestiza que inició un mercado de música grabada en la década del 60.

LOS PRIMEROS CONJUNTOS

Si bien la música que practican los conjuntos típicos tiene su raíz en la zona de San Martín, las primeras grabaciones vendrán más bien de agrupaciones formadas en Iquitos, la ciudad más grande de la Amazonía y un centro importante del desarrollo económico de la región. Durante la fiebre del caucho, Iquitos había recibido a una gran cantidad de comerciantes y explotadores venidos desde Europa y Brasil, produciendo una modernización de la ciudad y una influencia en su ambiente cultural, como también los brutales abusos y genocidio hacia diversas nativas nativas en aislamiento.

En un artículo de Luis Alfonso Navarro Cauper, de 1977, denominado “La cultura musical en Iquitos”, señalaba: “En oposición a esta invasión musical extranjera, arribó la música, especialmente vernacular, procedente de ciudades más antiguas de la ceja de la montaña como Moyobamba, Rioja, en particular las tonadas de los caucheros riojanos festivas y alegres, con precedencia a las costeñas que fueron llegando después con la marinera, valses criollos, yaravíes y huaynos de profunda extracción nativa, en corrientes cada vez mayores”.

La aparición de Radio Amazonas en 1963 fue el detonante para una difusión mayor. Allí se dio a conocer un programa llamado “Cantares amazónicos” dirigido por el periodista Tito Rodríguez Linares, conocido como “El Shicshi”, fue el primer programa dedicado exclusivamente a la música típica amazónica. Para entonces en las radios de Iquitos, fundadas desde mediados de los 50s, se escuchaban géneros criollos y andinos, así como colombianos y brasileros (de cumbias a tanguiños), pero las músicas regionales no gozaban de radiodifusión debido a la carencia de grabaciones. Tito Rodríguez Linares se dio el trabajo de grabar a diversos conjuntos típicos, usando una grabadora Sony de carrete abierto con la que iba a diversos pueblos, pero también usando la cabina de la propia radio. Todo ese material lo difundía a través de su programa. Fue así que invitó a un joven y talentoso músico invidente llamado Andrés Vargas Pinedo, natural de Yurimaguas, que convocaba a mucha gente en sus actuaciones en la vía pública. Allí también invitó a una cofradía conocida como Los Solteritos, un grupo formado en los 50s por Teófilo Grandes Saavedra, quien era natural de Picota, San Martín. Tocaban en veladas o serenatas, y habían integrado a un joven llamado Carlos Tito Huamán. Por otro lado, hacia 1965, a través de Radio Loreto, Raúl Llerena Vásquez (Ranil) y Alejandro Vásquez Pérez, produjeron el programa “Cantares de la selva”, dedicado a la difusión del folclore amazónico, con Corazón de la Selva, el nuevo conjunto de Andrés Vargas Pinedo, como grupo de fondo. Por la cabina también pasarían Los Solteritos, que ya contaba en sus filas con Eliseo Reátegui (natural de Yurimaguas), quien tomó la batuta para la profesionalización del conjunto.

Ambas agrupaciones viajaron a Lima para promocionarse a través de los programas de radio que difundían folclore, como el que dirigía Freddy Centty, líder de la agrupación Los Pacharacos, quien además era director de la oficina de folclore de El Virrey. Es gracias a Centty que ambos conjuntos, en diferentes momentos, consiguen una audición y la oportunidad de grabar. Los discos Corazón de la selva (1966) de Conjunto Corazón de la Selva y Lorito Quillurquito (1967) de Los Solteritos, ambos con notoria influencia de la música andina, se convirtieron en las primeras producciones discográficas peruanas con música típica amazónica en lanzarse comercialmente, en las primeras en retratar musicalmente el mundo de la selva y sus costumbres, y encumbraron a estos dos conjuntos como los más importantes y fundadores de esta vertiente de música amazónica mestiza. El imaginario visual promovido por la disquera había llevado a ilustrar la tapa del disco de Corazón de la Selva con una fotografía de la comunidad étnica Yahua y la de Los Solteritos con una de un periquito amazónico. En 1968, la indumentaria de las comunidades nativas se convertiría en la vestimenta característica del grupo de cumbia amazónica Juaneco y su combo, con tanto éxito que sería emulado por algunos conjuntos típicos.
En 1971 tomó contacto con Benigno Tafur, del Dúo Loreto, conjunto criollo formado a fines de los 50s pero que desde 1967 había empezado a grabar canciones en ritmos típicos amazónicos, como el chimaychi “Leyenda del pífano”, incluido en su segundo álbum Sabor a selva (FTA, 1967). Este clásico tema del repertorio amazónico fue escrito por Adolfo Sandoval, compositor loretano, importante por ser uno de los encargados de introducir las músicas regionales amazónicas en los ambientes de música criolla.
Sandoval estaba vinculado a la Gran Asociación Musical Amazónica (GAMA), fundada en 1952 y presidida por Carlos Cavero Egúsquiza, quien en 1967 publicó un muy citado artículo llamado “La música en la Amazonía peruana” en el diario El Eco, dando cuenta de los géneros musicales típicos.

Otro caso a mencionar es el del compositor y guitarrista de chachapoyas Ángel Alvarado, que incluyó la danza típica “Levanto”, en su álbum Amazonas (Mag, 1966). Además de diversas grabaciones con el Dúo Loreto, Benigno Tafur produjo dos discos a Andrés Vargas Pinedo, uno con el conjunto Los Guacamayos, con el que lanzó el disco Selva (FTA, 1971), y otro con el conjunto Los Selváticos, con el que lanzó el disco Vamos a tahuampear (Infopesa, 1971), un disco donde se escuchan movidos típicos, changanacuy pero también polkas, cumbias y baion brasilero.

Por otro lado, Flor del Oriente y su Conjunto, era la agrupación que tenía a la cantante y compositora Esther Dávila como figura central, quien desde mediados de los sesenta tocaba géneros andinos, teniendo como director del conjunto a Don Juan Chuquipiondo. A principios de los 70s incursionó de manera definitiva en la música regional amazónica, empezó a usar una vestimenta propia de la comunidad étnica Yagua. Su álbum debut fue lanzado en 1973 a través de El Virrey, con un conjunto conformado por Rafael Herrera Tello, Carlos Tito Huamán (Los solteritos), Víctor del Águila (Los solteritos, Los Pihuichos de la selva) y Gilberto Villacrez (Los solteritos, Los Pihuichos de la selva).

Mientras esto ocurría en Iquitos, la región San Martín daba a conocer diversas agrupaciones, algunas incorporaban instrumentos como el clarinete o el saxofón en reemplazo del pífano o la quena. Muchos habían migrado a Lima en busca de mayores oportunidades. En Saposoa, Clemente Ruiz Panduro formó el Conjunto Selva Alegre en 1967 y se instaló en Lima en 1973, donde grabó cuatro discos. Desde Bellavista, Remberto Núñez formó Los Ribereños del Huallaga en 1972, quienes llegaron a Lima en 1982 para grabar su único álbum. Desde Pamashto, Juan Ramírez Soria había migrado a Lima a principios de los 70s y ya en la capital formó el Conjunto Esperanza de San Martín en 1975. Por su parte Nelvin Ruiz Panduro, natural de Lamas, se mudó a Lima en 1975, y junto a sus hermanos, fundó la agrupación Los Hijos de Lamas en 1979. En Cutervo, Cajamarca, Theodoro Flores formó Los Amazónicos en 1972.

En la ciudad de Yurimaguas surgió además la singular figura de Santiago Pinedo Flores, quien se mudó a Lima para dar vida a Jibarito de la Selva en 1979, seudónimo con el que grabó diversos discos con el acompañamiento de Los Mensajeros de la selva, el nuevo conjunto de su tío Andrés Vargas Pinedo, quienes solían ser requeridos como acompañamiento para muchos solistas amazónicos que como Jibarito, se daban a conocer, entre ellos otros muy populares como Pastor Montañéz, el Amisho del Cayarachi, Juanita Perez “La Chamita” y la “Reyna Shipiba”, y que siguiendo la tradición de Juaneco y Flor del Oriente, utilizaban atuendos propios de las comunidades nativas amazónicas, pero a la vez ya era habitual que los shows de los conjuntos típicos incluyeran elencos de danzas selváticas. Jibarito hizo su carrera en Lima y se convirtió en una figura mediática gracias a su presencia histriónica y sus interpretaciones desenfadadas. Realizó también diversas grabaciones de géneros andinos.

Luego del lanzamiento de Corazón de la selva, a través de El Virrey, muchos otros sellos incorporaron conjuntos típicos amazónicos en sus catálogos, como las ya consolidadas FTA, Iempsa o Infopesa, pero también los nacientes sellos especializados en folclore y música tropical como Producciones Llerena, Universal, Volcán, Promanex, Manturano/Imsa y Chasqui/Dimaza. Algunos conjuntos típicos optaron también por lanzar sus propios sellos como ocurrió con Ndv (Ribereños del Huallaga) o Gamer (Los Solteritos). En las carátulas siempre se mostraban verdes paisajes amazónicos y algunas veces fotos de los conjuntos con sus instrumentos típicos. El boom del petróleo coincidía con esta avalancha musical amazónica en la que confluían los conjuntos tropicales y los conjuntos típicos.

La aparición de Selvático Autóctono (1983, Infopesa), el destacable álbum debut de Los Hijos de Lamas fue significativo de una cada vez más acentuada fusión de la música tropical y la música típica. El disco incluía cumbias interpretadas con el ensamble típico, lo que denotaba la predominancia del género tropical en el mercado de música de la selva. Aquello también había estado presente en el Mini Play Los Solteritos de Iquitos (1980, Gamer) de Los Solteritos. Si bien siguieron lanzándose discos, puede decirse que la etapa de grandes producciones discográficas de música típica amazónica empezó a cesar, en el contexto también de un mercado discográfico en crisis, que inició su tránsito hacia el formato del casete (y luego al CDr), que permitía el copiado artesanal y que a la postre generó un inmenso mercado de piratería y de circulación informal.

Muchas de las grandes agrupaciones siguieron tocando y convocando a nuevos públicos y nuevos conjuntos de música típica se dieron a conocer, aunque con una presencia más focalizada. Algunos nuevos conjuntos de sonido tropical amazónico empezaron a incluir, además de la guitarra eléctrica, la batería electrónica, en la interpretación de música típica, provocando nuevas encarnaciones de ese sonido de raíz, que no ha dejado de ser la banda sonora de las fiestas y carnavales de la selva hasta el día de hoy.

El ingreso de la música típica amazónica en la industria fonográfica ha dejado una estela de grandes producciones que reclaman su lugar como forjadoras de una música popular original del pueblo amazónico y como importante vector para entender el surgimiento de un mercado de música de la selva.

Mas info: https://centralamazonica.pe/lanzamientos/alrededor-de-la-humisha/